En general cualquier sesión de fotos me gusta hacerla en exteriores. La luz, la naturaleza, los colores, todo se multiplica por mil en comparación con un estudio que es frio y monótono pata este tipo de sesiones de fotos. Pero es que en el caso de las sesiones de fotos de embarazo, el cuerpo me lo pide aún más. Algo tan ancestral como la vida, invita a estar en contacto con la naturaleza, con las raíces.
Y así es como planteamos la sesión con Evelín, buscar algo salvaje muy conectado con la naturaleza, y disfrutar del inmenso estudio que es el campo. Así que una vez más buscamos la mejor hora del día, la del atardecer para disfrutar de unas fotos que siempre despiertan ternura.
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